lunes, 24 de enero de 2011

¡ALGÚN DÍA COMPRENDERÁS!


Cuando nací imagino que veía el mundo asombrada, tenía que depender de un ser tierno que me cuidaba todos los días y además tenía que ver los rostros de muchas personas que querían conocer la criaturita que albergó mi madre durante ocho meses. Fui creciendo y aprendiendo cada vez más. Curiosamente, siempre me sentí como si el cielo me perteneciera hasta el punto de casi preguntarme ¿por qué no pude elegir mis padres?, me hubiesen gustado rubios, altos, etc.

Ya entrada en la adolescencia cuando la rebeldía es el pan de cada día, no entendía el lenguaje de mis padres cuando me decían: - ¿Solo puedes ir a esa fiesta hasta las 12 de la noche?. ¿Cómo? ¿Qué? - Pero si a esa hora empieza lo mejor. En esa ocasión volví a pensar ¿por qué no pude elegir mis padres y me tocaron estos tan anticuados?

Debo agradecerles la educación que me dieron, el haberme inculcado la disciplina y los valores. Agradezco que no les haya importado lo que pensé en esos instantes porque en el fondo sabían que era fruto del momento y ya lo comprendería algún día. Ellos también fueron adolescentes.

Hace rato que los comprendí, más ahora que estoy a punto de ser madre. Me digo entonces ¿cómo pude decir eso o aquello? ¿Por qué no veía el valor del sacrificio que hacían para darme lo que necesitaba, incluyendo los regaños? Cuando miró hacia atrás puedo decir que es algo que tenía que aprender sobre la marcha, en cada altibajo de la vida, en cada experiencia nueva. No termino de aprender y con cada nueva lección recuerdo las palabras de mis padres: ¡Algún día comprenderás!

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