sábado, 10 de septiembre de 2011

UNA HISTORIA PARA COMPARTIR





"Es una pequeña criatura que el mundo hace poco recibió, digo hace poco porque cuando la miró me parece que hasta hace un momento estuvo habitando mi enorme barriga (que ya no es tan enorme). Tiene ojitos tiernos, risueños y soñadores, bueno no se que sueña una niña de un año. Se llama Luna como ese gran astro que acompaña la tierra porque llegó para ser la luz de nuestros ojos y nuestra dulce compañía.

Hace poco le diagnosticaron cáncer y lloramos mucho. Nos preguntamos  por qué esto está sucediendo. Mi bebé es un angelito que no ha vivido lo suficiente y ya debe empezar a luchar por su vida. Nos sorprende que para ella no exista tal angustia, ¡Claro!, aún no ha aprendido a quejarse de la vida, solo de lo que siente en el momento. La miramos fijamente y notamos que sonríe tranquilamente mientras con sus gestos infantiles nos dice cuanto nos ama. Apenas tiene un año, no ha aprendido a tener juicios de valor, ni le preocupa que pasará mañana ni que pasó , solo vernos a su lado para mimarla. Lo único importante para ella.

Cada vez que la veo pienso cuanto hemos olvidado vivir la vida. Añorando el ayer o pensando en el futuro, ejamos de lado el presente. Acaso Luna piensa en eso: - ¡No!, ella lucha por su vida de manera natural: ¡viviendo cada día!. Le duelen en algunas partes del cuerpo, llora, se ve su rostro decaído y sin embargo, no deja de sonreír".

 
Todos tenemos un cáncer llamado evasión. Nos la pasamos todos los días añorando cosas, construyendo castillos en el aire sin preocuparnos nunca por este hermoso momento llamado AHORA. Hoy tengo una vida que es muy corta para desperdiciarla.

Seamos como niños que viven cada día intensamente, que entregan el cariño sin prejuicios, que no esperan nada de la vida, la sienten, la disfrutan mientras van construyendo.

Posdata:
Basada en una historia real como dedicatoria a una gran amiga cuyo sobrinita falleció a causa de un cáncer agresivo.

1 comentario:

  1. Esta historia triste recuerda que la vida es tan efímera y la vivimos como si fuera eterna. Planeamos para un después que no se sabe si llegará. La postergación es el pan de cada día. Un niño no piensa en mañana, un niño piensa y vive cada día, lo explora, lo disfruta incluso suele olvidarlo, a menos que lo haya impresionado mucho.

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